En una casa que estaba rodeada de un cementerio vivía una abuela, era amiga de unos niños muy valientes que se atrevían a entrar en esa casa tan vieja y de cruzar el cementerio.
Una noche, la noche del 31 de octubre, los niños fueron a la casa de Ana, que así se llamaba la anciana. Habían atado a Ana a una silla y la amenazaban con un cuchillo enorme. La anciana consiguió escapar, pero tropezó y se cayó por las escaleras, murió en el acto.
La gente pensaba que los niños la habían matado, pero ellos no habían sido, sólo estaban jugando con la abuela, y los metieron en un centro de menores.
La anciana que había muerto se enfadó por ello, ya que ellos sólo estaban jugando y Ana se cayó por las escaleras accidentalmente. Ana se aparecía a las personas y las asustaba hasta que morían del susto para vengarse.
Cuenta la leyenda que todas las noches del 31 de octubre la anciana se aparece en su casa para volver a jugar con los niños, y la casa quedó con una maldición:
“QUIÉN ENTRE EN ESTA CASA, MORIRÁ”
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